miércoles, 14 de septiembre de 2011

Germaine Dulac

La souriante Madame Beudet (1923)

Excusez moi, querida Germaine.
Pero a pesar de la belleza de Madame Beudet,
me seducen su soledad y su angustia sólo mediados por el iris de tu cámara,
me provoca ser vos, y no la otra Germaine,
porque en la adversidad desplegaste tu arte,
solita y sola.
Frente a los ojos de los verdaderos Monsier Beudet,
con tu rollo y cámara,
emprendiste la búsqueda incansable, urgando en Madame Dermoz,
buscando reflejar su sentir,
su pensar,
su silencio sin cesar,
descubriste y ocupaste el lugar que le negaban a nuestra voz.