sábado, 27 de agosto de 2011

Sofía Coppola

The Virgin Suicides (1999)

Como ninfas endiabladas,
sentadas a la mesa,
sonríen mientras comen y levantan sus blancos pies,
y los arrastran sobre algún hombre.
Como atragantadas por el deseo de escapar,
se bebieron todo el aire que pudieron,
y así, en el apuro por respirar,
una a una se iban muriendo,
caían,
como hojas de un violento otoño,
que te enceguece y con furia te rasga la piel.
Con el sol iluminando esa sonrisa de brillo mortecino,
cualquiera de ellas me hubiera parecido bien,
cualquier solero me hubiera quedado,
y sueño con que miro hacia ninguna parte,
recostada en un árbol, la niña poética; y mi vestido cae con elegancia,
para deleite de todos los hombres que me ven al pasar.

jueves, 11 de agosto de 2011

François Truffaut

La mariée était en noir (1968)

Cinco nombres, hombres, murder.
Muchachos: deberían haberle disparado a la novia.
Ahora, en los ojos de la niña poética,
ella, la única y envidiable Jeanne/Julie,
camina envuelta en ese velo que cubre un sueño trunco.
Ahora, después de la panorámica horizontal, ya es tarde para escapar.
Luego del grito en plano detalle que tan bien homenajea al maestro.
Cada encuentro será un final.
Desnuda o vestida de negro, lo mismo da.
Ay, roja de envidia, te digo Jeanne/Julie,
que todavía quisiera ser vos en tu mirada, tus tacos, tu anillo, tus disparos, tu peluca, tu jeringa, tu poison, tus tetas, tus copas y mil veces mirar esa caída del balcón.
Y sueño cada noche, que vuelvo de la venganza,
Que me lavo, me perdono, me quito la ropa, me acuesto,
y me adormece Bernard Herrmann hasta que otra vez sale el sol.

jueves, 4 de agosto de 2011

Leopoldo Torres Ríos

La vuelta al nido (1938)

Nacía una estrella y poco tiempo después se apagaba.
Y acá sí que brilló.
Leopoldo padre justifica todo lo que aprendió Leopoldo hijo.
José es todo y para mostrarlo basta solo un plano,
recuadro del cuadro,
ese primer plano, angustiado, después de amenazar al Sr. Gerente.
Huye sumido en dolor… soledad… y un magistral silencio al que Leopoldo lo arrastra con brillante raccord de mirada, en cada toma, en cada escena.
La continuidad sin palabras,
la actuación medida tan realista y orgánica que no era posible entenderla en aquellos tiempos.
Traga saliva para no gritar, baja la mirada para no matar.
Si le hubieras preguntado a Amelia, si hubieras hablado,
te hubiera jurado que no, que era mentira,
te hubiera besado como nunca,
yo, la niña poética, llevaría mis brazos alrededor de tu cuello,
te susurraría al oído con furia de amor y aunque sea por un rato,
hubieramos eludido el trágico final al que nos obligaba el guión.