miércoles, 1 de junio de 2011

Fritz Lang

M, el vampiro negro (1931)

Peter Lorre te eriza la piel.
A pesar de que él también termine siendo observado, perseguido.
Maldita policía y hampa amenazado.
Y encima ese silbido que te perturba.
Los planos detalle que instalan la niñez asesinada,
y otra vez ese silbido, y otra vez, cada vez más cerca.
Finalmente, del miedo a la piedad, una construcción de personaje magistral,
lastima ver como se va acercando el linchamiento.
Exactamente la tensión que se despliega es la justa medida en que tolero que
en la pantalla me provoque una increíble empatía un asesino de niños.
Brillante tu vampiro, Fritz.

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