miércoles, 13 de abril de 2011

Roberto Rossellini

Roma, cittá aperta (1945)

Una de tres.
Hambre y pasión por el arte.
Entre grandes actores y simples mortales casuales: uno de los mejores elencos reunidos.
Una mujer, un cura, un militante, un compañero, un niño (otra vez el dilema).
Una ciudad verdaderamente destruida.
La tortura, el silencio, la dignidad, el ser humano otra vez.
Un proyecto que avanzó aunque no fue concluido.
Algo de él, persiste.
Será porque persiste el hombre perverso, asesino, ambicioso.
Desesperada ella corre por su última calle,
dejando la vida atrás, llorada por lágrimas de niño.
Pina es dura y maravillosa,
tan sola y abandonada,
lucha por permanecer en un mundo que se deshace a su alrededor.
Pero no, la verdad de este cuento es que quien me sedujo y me seduce cada vez que la veo es Anna, Anna ardiente y viva, Anna de mirada penetrante y violenta,
Anna de mil caras y siempre más allá de toda verdad.

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